Pero, ¿de verdad existe el “corte de digestión” o es un mito de la sabiduría popular? ¿Hay que esperar dos horas antes de bañarnos en la playa o en la piscina? Hoy aclararemos algunas dudas:
Técnicamente, el llamado “corte de digestión” no existe. Los especialistas explican que lo que realmente le ocurre al organismo es un “choque térmico” cuando hay mucha diferencia entre la temperatura del agua y la del cuerpo. En este caso se puede producir un desmayo e incluso una parada cardiaca.
Las probabilidades de que se produzca un choque térmico aumentan cuanto mayor es la diferencia entre la temperatura corporal y la del agua, especialmente si nos metemos en ella demasiado rápido.
Por eso es especialmente peligroso bañarse después de haber estado mucho tiempo expuestos al sol, tras el ejercicio físico o, ahora sí, haber ingerido una comida copiosa. Esto es porque en el momento de la digestión la sangre está concentrada en el sistema digestivo y llega menos riego al cerebro.
El choque que produce el agua fría sobre nuestro organismo es una reacción natural del organismo ante la inmersión en el agua, que se caracteriza por una repentina disminución de la frecuencia cardiaca que puede llevar a la pérdida del conocimiento y a veces incluso a que el corazón se pare.
El motivo es que en un momento determinado disminuye el flujo de sangre en el cerebro y se pierde del sentido. En medio de la inconsciencia el afectado queda a merced del agua, y no puede evitar ahogarse.
Los primeros síntomas del choque térmico son malestar generalizado como nauseas, vómitos, enrojecimiento de la piel, zumbido en los oídos y un pulso más débil. Si empezamos a sentir estos síntomas, deberemos salir del agua inmediatamente y reposar.
Si los síntomas empeoran, avisaremos a un servicio de urgencias.
Para evitar un choque térmico, se recomienda entrar en el agua poco a poco, mojándose primero ciertas partes del cuerpo como las muñecas o el cuerpo, para que el organismo se acostumbre a la temperatura del agua.
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