Enfermedades

¿Qué es la insuficiencia venosa crónica?

8 mayo, 2018

La Insuficiencia Venosa Crónica, conocida por sus siglas como IVC, es la incapacidad de las venas para realizar el adecuado retorno de la sangre al corazón, lo que provoca la acumulación de ésta en las piernas, dando lugar a diferentes síntomas y problemas, como varices, piernas cansadas, úlceras y, en los casos más graves, trombosis.

En la Insuficiencia Venosa Crónica también influyen factores como el sedentarismo y la falta de ejercicio.

Se calcula que la IVC afecta al 30% de los adultos españoles, según datos del Capítulo Español de Flebología, es decir, unas 15 millones de personas, de las cuales se estima que un 60% de los casos no está diagnosticado.

Se presenta más frecuentemente en mujeres a partir de los 35 y 40 años, debido a la predisposición hormonal. Además, su prevalencia aumenta con los embarazos y con la edad (a partir de los 50 años, la mitad de la población la padece). Sin embargo, como señalábamos antes, cada vez afecta a pacientes más jóvenes debido al sedentarismo.

Otros factores que también predisponen son el sobrepeso, ocupaciones laborales que conlleven pasar mucho tiempo de pie o sentado; o el calor, que provoca la dilatación de las venas y, por efecto de la gravedad, la acumulación de sangre en las piernas, lo cual provoca un incremento de la sensación de pesadez y cansancio.

Síntomas frecuentes

Cuanto antes diagnostiquemos la IVC, antes podremos prevenir las posibles complicaciones, que pueden llegar a ser muy graves.

Algunos de los síntomas más frecuentes y por los que debemos consultar son:

  • Dolor, hormigueo, pesadez y cansancio habitual en las piernas, especialmente en reposo y con calor.
  • Hinchazón de la parte inferior de las piernas y los tobillos, sobre todo si hemos pasado mucho tiempo de pie.
  • Calambres nocturnos. También conocidos como ‘síndrome de las piernas inquietas’. Pueden dificultar la conciliación del sueño y el descanso.
  • Sensación de calor, enrojecimiento, sequedad y picor constante en la piel.
  • Arañas vasculares. Pequeñas líneas rojizas o violetas con aspecto de telaraña.
  • Varices, que pueden ser  reticulares  -dilataciones de las venas de pequeño tamaño que aparecen en una zona de la piel más profunda que las simples arañas-, o varicosas -dilataciones y alargamientos de las venas superficiales, que se producen cuando la insuficiencia venosa se prolonga en el tiempo-.
  • Otros signos dérmicos. Eccemas, hiperpigmentaciones, etc.

En estados avanzados, se pueden producir úlceras en la piel, que pueden llegar a sobreinfectarse y resultar invalidantes.

Otros síntomas graves son la hinchazón en los tobillos y piernas (edema), coágulos en las varices (varicoflebitis), o hemorragia por rotura de las varices (varicorragia).

Las complicaciones más graves serían la tromboflebitis, que puede dar lugar a una embolia y comprometer la vida del paciente.

Prevención y tratamiento

Existen diferentes técnicas para prevenir y controlar la IVC como por ejemplo:

  • Adopción de hábitos de vida saludables, con ejercicios específicos de “higiene venosa” que favorecen la circulación de las piernas.
  •  Terapia compresiva. Medias terapéuticas de diferente medida y grado de compresión que facilita el buen funcionamiento del retorno venoso.
  • Terapia farmacológica, que complementa la terapia compresiva.
  • Cirugía. Actualmente existen diferentes tratamientos quirúrgicos que mejoran los síntomas de la IVC.

 

 

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