Lesiones Deportivas

Lesiones deportivas, la otra cara de la moneda de los futbolistas

7 abril, 2015

La literatura médico-deportiva es rica en frecuentes referencias a las lesiones deportivas. De hecho, en los servicios de Traumatología de cualquier hospital consta abundante documentación acerca de las características de las dolencias con las que se enfrentan, habitualmente con notable éxito en los resultados terapéuticos.

Debido a su enorme protagonismo en cuanto al porcentaje de licencias federativas dentro del mundo del deporte, es el fútbol el que aglutina la mayor tasa de incidencias de lesiones deportivas. Principalmente en España y Europa, ya que por ejemplo en Estados Unidos el fútbol americano genera una cantidad infinitamente más cuantiosa, en buena parte como consecuencia de la brusquedad de ciertas maniobras del juego.

Las competiciones de fútbol en nuestro país imponen un sobreesfuerzo continuo capaz de mermar la resistencia de unos deportistas bien preparados, pero cuyo organismo se ve superado por el alto nivel de exigencia. De hecho, se estima que el riesgo de contraer una lesión en el fútbol profesional oscila entre 6 y 9 lesiones por cada 1.000 horas de entrenamiento/partido, una cifra que podría asombrar por su envergadura si se comparase con la siniestralidad laboral de una empresa media.

Sin género de dudas, son las lesiones musculares las que encabezan el ranking de incidencia entre los practicantes del fútbol a escala profesional. Aunque la mayoría de ellas son leves, en torno a un 10% produce secuelas graves, pudiéndose cifrar su importancia numérica en que son padecidas por un 30% de los deportistas de alto rendimiento en algún momento de su carrera. En los equipos de fútbol, esto representa a lo largo de una temporada una media de 20 lesiones deportivas de esta naturaleza. Mayoritariamente, se trata de roturas y microrroturas fibrilares, contracturas y elongaciones (estiramientos de todo un músculo).

Si en cuanto a su frecuencia son más comunes las lesiones musculares, bajo el criterio de su gravedad adquieren el mayor protagonismo las que afectan a la rodilla. El fútbol es uno de los deportes en los que se producen mayor número de lesiones de esta articulación, tanto por golpes sobre la misma como por movimientos de extensión o rotación; entre todas ellas sobresalen:

  • Esguince de ligamentos: producido por el estiramiento o desgarro de alguno de los ligamentos que integran la rodilla, normalmente tras un salto o un giro forzado de la misma. Puede tratarse de una rotura total, en cuyo caso suele ser inevitable la intervención quirúrgica.
  • Rotura de uno o dos meniscos por compresión o torsión de la rodilla, generalmente causada por un desgaste progresivo de los mismos. Requiere la realización de una artroscopia, con una recuperación que puede llegar a tres meses.
  • Lesión de ligamento cruzado anterior: una de las más preocupantes, cuyo tiempo de recuperación suele alargarse hasta los seis meses. La técnica quirúrgica más común conlleva un injerto de tejido para fijar el ligamento al hueso.
  • Rotura del tendón rotuliano a causa de una inflamación crónica, de tratamiento asimismo quirúrgico y de muy lenta recuperación.
  • Lesiones de cartílago producidas por golpes, giros extraños de la rodilla o sobrecargas. Su principal consecuencia es que pueden ocasionar el desprendimiento de algún trozo de cartílago que termine bloqueando la articulación.
  • Triada: probablemente la lesión más grave en un futbolista por afectar simultáneamente a meniscos y ligamentos cruzados o laterales. Habitualmente, es consecuencia de la rotación de la tibia en una desaceleración brusca que la rodilla no soporta. Su tratamiento quirúrgico no garantiza la recuperación total de su funcionalidad.

Siendo en muchas ocasiones tan necesitadas de intervención urgente las lesiones deportivas, resulta enormemente tranquilizador saber del excelente grado de preparación con el que cuentan los profesionales médicos que atienden este tipo de patologías en los hospitales.

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